Los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y las intimidaciones quedaron atrás para los municipios del Oriente de Caldas. La incertidumbre que se apoderó por cerca de dos décadas de los habitantes de Norcasia, Samaná, Pensilvania, Marquetalia y Manzanares es ahora un recuerdo amargo.
De cierta manera la tranquilidad volvió a la zona desde finales del 2007 y se intensificó desde marzo pasado con la muerte de alias 'Iván Ríos’ y los frecuentes golpes al frente 47 de las Farc, entre ellos la entrega de alias 'Karina' que operaba en el sector. Años antes, se desmovilizaron los grupos paramilitares que también peleaban el poder. Los propios habitantes aseguran que se ilusionan con una paz duradera. Sin embargo, los daños que dejó la guerra serán difíciles de borrar para quienes la vivieron.
Superar las dificultades que dejó el conflicto armado es ahora la labor de las instituciones públicas y privadas. Bien han dicho los expertos que la guerra se combate con oportunidades y el Oriente necesita muchas para regresar al orden, pues no solo perdió tranquilidad, también se destruyeron cultivos, fincas y empresas, sustento de vida.
La educación es otro tema clave para enfrentar el postconflicto y evitar que la historia se repita en unos años. El proceso no es sencillo. En Colombia aún no hay experiencias exitosas. El caso de Medellín, en donde hace ya varios años hay reinserción y desarme, lleva tiempo y aún no hay resultados completos.
Entre tanto, en el Oriente de Caldas, los programas productivos y sociales como Familias Guardabosques, que apoya la sustitución de cultivos ilícitos, y Familias en Acción, que entrega aportes para la educación y la nutrición de los menores de edad, son hasta ahora la esperanza de los pobladores.
Además, la Corporación para el Desarrollo del Oriente de Caldas y la Agencia Internacional GTZ lideran proyectos sociales y de acompañamiento para estas comunidades. En el plano privado, la Fundación Darío Maya Botero hace sus aportes en el proyecto de resurgimiento. Hay que tener claro que el compromiso está en mantener políticas de inclusión y desarrollo, que aunque implican un elevado costo económico son indispensables en la prevención de conflictos futuros.
Faltan oportunidades
La comunidad reclama que crezcan las opciones laborales en el campo y en los cascos urbanos, para mejorar las condiciones de vida. La restitución de tierras y el regreso de los desplazados a sus parcelas también son fundamentales en el equilibrio social que busca la zona. Para esto existen programas de acompañamiento psicológico como el plan contra minas y la Agencia Presidencial Acción Social, pero faltan esfuerzos. Hasta ahora, no existe para esta zona, una política pública encaminada a reconstruir la confianza de la población civil. El Programa de Reparación por la vía administrativa es lo más cercano al tratamiento postconflicto al que deben ser sometidas las víctimas de la guerra.
Para conocedores de conflictos y postconflictos, como Gustavo Duncan, investigador de la Fundación Seguridad y Democracia, el problema en Caldas para lograr el desarrollo es más político.
“Caldas nos ha sorprendido por ser una región sumamente industrializada, teniendo en cuenta su ubicación y su mercado interno. No esperaría tanto desarrollo industrial y es sorprendente. El problema que hemos visto es el tema político, hay cierto mecanismo que incide en que personas no vinculadas a formas libre de votación, como clientelismo o de grupos armados, tengan una presencia muy fuerte en la vida política”, concluyó.
De esta manera, no solo debe haber compromiso del Estado, también de cada uno de los ciudadanos comprometidos con la reconstrucción de la subregión.
Así las cosas, es cierto que la desarticulación del Frente 47 sugeriría el retorno de la tranquilidad para la población del oriente de Caldas. Sin embargo, la lucha empieza para cumplir con el postconflicto y mantener esa armonía obtenida en el último año. Es ahora cuando la justicia y la reparación tienen que funcionar ante la ausencia de actores armados, pues el Estado debe garantizar no solo la recuperación del territorio, sino la recuperación del tejido social.
Lo necesario
Estas son algunas propuestas que hacen líderes de Caldas y del Oriente del Departamento, para enfrentar la época de postconflicto en la zona.
* Acompañar el proceso de retorno de las familias desplazadas a través de una política clara de recuperación de los predios abandonados u ocupados por terceros.
* Establecer una política agresiva en materia de titulación de predios rurales, que permitirá a nuestros campesinos el acceso a créditos y la postulación en programas de mejoramiento de vivienda y vivienda nueva.
* Fortalecimiento del programa Familias Guardabosques liderado por Acción Social. Así habrá recursos para que las familias rurales de Marquetalia, Samaná y Pensilvania, a través de formas asociativas, se unan en proyectos productivos, que permitan empleo sostenible y calidad de vida.
* Con la supervisión de la Defensoría del Pueblo, iniciar de manera inmediata el proceso de desactivación de minas antipersonales y municiones sin explotar. Existe un programa en el Departamento que se dedica al tema.
* Acompañamiento constante de las autoridades civiles y militares, con el fin de evitar focos de delincuencia común que, generalmente, se presentan con posterioridad a un proceso de pacificación o desmovilización.
lapatria.com
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