5 ene 2009

“La verdad es lo único que nunca puede desaparecer” el Pais de Cali

“La verdad es lo único que nunca puede desaparecer”
Lucha inalcanzable. Humberto Rosas ha llevado el caso de su hijos hasta las cortes internacionales, sólo espera justicia.

Geovanny Gutierrez / El País 17 casos de supuestos falsos positivos han sido reportados en Cali. Familiares piden limpiar el nombre de las personas desaparecidas. Ya han transcurrido casi 20 años desde que Héctor Adolfo Rosas Espinosa salió de su casa para no volver. Su padre, Humberto, ya no lo busca (ya aceptó que está muerto), pero dice que mientras esté con vida no va a descansar hasta encontrar lo único que le queda: la verdad. El 20 de febrero de 1989, cuando la desaparición forzada no había sido tipificada como un delito (Ley 589 del 2000) y los medios de comunicación no hablaban de los falsos positivos, Héctor, al parecer, se convirtió en una víctima de la Fuerza Pública. Su papá sólo recuerda que lo escuchó decir que iba a hacer un trabajo de electricidad al sur de la ciudad. Lo que pasó de ahí en adelante lo ha tenido que reconstruir con el tiempo. Con el paso de los años se ha enterado de que su hijo fue detenido en los alrededores de la Universidad Santiago de Cali y llevado a la Estación de Policía de Ciudad Jardín. En el registro de las autoridades, Héctor y otro hombre supuestamente fueron dejados en libertad ese mismo día por falta de antecedentes. “Con una amiga que trabajaba en la Registraduría me conseguí los datos de esa otra persona y la encontré con la cara hinchada y con señales de tortura. Me dijo que no podía hablar, pero después me contó que desde la estación los habían llevado a un paraje solitario para matarlos. Finalmente a él lo dejaron ir, pero a mi hijo lo debieron haber asesinado”. Humberto relata la misma historia que ha repetido durante años. En el 2008, el caso de los falsos positivos en Soacha --donde once jóvenes fueron desaparecidos y después mostrados por las autoridades como muertos en combate-- sacó a la luz pública el tema de las ejecuciones extrajudiciales y le dio a las familias de las víctimas el valor, que nunca le ha faltado a Humberto, para exigir la verdad. Las denuncias por hechos similares no se hicieron esperar en Cali. Un total de 17 casos de personas que, según sus familiares, fueron desaparecidos bajo falsas promesas de trabajo y después asesinados por el Ejército, han sido registrados ante la Defensoría del Tesoro Público de la Alcaldía Municipal. Se trata de residentes de humildes barrios al oriente de la ciudad, a quienes las autoridades señalaron de subversivos o extorsionistas, mientras sus seres queridos insisten en que eran hombres de bien. La madre de Alexánder Ospina López no se explica cómo su hijo, quien salió en la mañana del 8 de enero de su casa en Petecuy I, apareció muerto un día después en otro departamento. Según el reporte del Ejército Nacional, el joven de 29 años y cuatro hombres más fueron dados de baja en el municipio de Manzanares, Caldas. “Él era coordinador del comedor del adulto mayor, era juicioso y trabajador, no era un delincuente como lo quisieron hacer parecer las autoridades. Él sólo salió a hacer un trabajo en el barrio de al lado y desapareció”, relata Nelly de López. Debido a la cantidad de denuncias sobre falsos positivos en la región, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación del Occidente actualmente le hace seguimiento a ocho de estos casos. “Una de las cosas más importante desde el punto de vista judicial es que la justicia ordinaria lleve a cabo esas investigaciones. Desafortunadamente, ni la Fiscalía las ha solicitado ni los mandos militares las han enviado a la Fiscalía”, explica Élmer Montaña Gallego, coordinador regional de la Comisión. El ex fiscal de paz de Aguablanca sostiene que las personas no sólo tienen derecho a la reparación económica sino también a la verdad, pues además de la tragedia que representa perder un familiar, queda el dolor de ver su nombre manchado. Humberto abre la deteriorada carpeta con los documentos que ha recopilado durante 20 años para pedir, una vez más, que alguien le explique por qué mataron a Héctor Adolfo Rosas Espinosa. Sostiene que tiene 72 años, pero no está cansado de batallar con la justicia y que nunca se va a resignar a perder a su hijo. Para él, como dijo Jorge Luis Borges, “sólo una cosa no hay, es el olvido”. ¿Falsos positivos? Mojica. Ditdehar Roldán, Norberto Mosquera, Enrique Quiñones, aparecieron muertos en Las Palmas, Versalles (2006). Comuneros I. Víctor Mosquera, John Corrales y Gustavo González, fueron dados de baja en Villacarmelo en el 2007. Alto Nápoles. Nelson Guevara, Juan Quimbayo José Hoyos, José Ramos, Didier Cuervo y Gerardo Moreno fueron encontrados sin vida en Potrerillo, Ibagué (2007). Bonilla Aragón. Jorge Álvarez apareció muerto en Caloto, Cauca (2006). El Poblado II. Jimmy Sánchez, supuestamente dado de baja en Dapa (2006). Alfonso López. José Zapata encontrado sin vida en La Cumbre (2007). Petecuy I. Alexánder López y Bernardo Estrada murieron en Manzanares, Caldas (2008).

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